LEONARD COHEN (1934-2016)

"Leonard Cohen es dios. Y los dioses no mueren. Entonces, estas lágrimas por su partida física son en realidad un homenaje a lo que fue su vida aquí con nosotros, a su obra, a sus canciones, a su poesía, a sus imágenes, a sus mujeres, a su grandiosa voz. Y las evocaciones diarias a su memoria son en realidad muestras de agradecimiento y amor por las vidas que vivimos bajo su influencia, por lo que somos ahora, por aquellas canciones que se volvieron canónicas en nuestro día a día, por aquellas frases y poemas que asimilamos de la forma más ortodoxa posible con la seguridad de saber que el que nos la regalaba era un ser extraordinario, el único sabio y osado, capaz de mezclar lo mundano con lo espiritual, lo sacrílego con lo sagrado, al amor con los holocaustos, al sexo con la religión,  al judaísmo con el budismo, a Cristo con Hiroshima.

Una semana antes de su muerte, mientras escuchaba con unos amigos su último single “You Want It Darker”, la novia de uno de ellos exclamó: “¡me parece tan sensual!”. La voz cavernosa de un anciano de ochenta y dos años, con el cuerpo enfermo y moribundo que repetía: “Heme aquí, estoy listo mi Señor”, le provocaba lujuria a una veinteañera. ¡Qué inmejorable prueba de tu inmortalidad!, amado Leonard Cohen." HENRY A. FLORES


"Siempre tuve la impresión de que era un ser frágil y vulnerable. Vestido de negro y con su infaltable sombrero Fedora, recitaba con voz queda, se apasionaba y ensayaba frases que resumían su amor por las mujeres, agarraba el micro, cerraba los ojos, apretaba los puños y susurraba con el alma entera "dejé de buscarte, dejé de esperarte, dejé de morir por ti".

Sí, melancólico y generoso, entregaba la vida en el estudio y en el escenario, en la conversa rutinaria y ante el papel en blanco. Vida que se desbordaba a cada instante, a despecho de su austeridad y sencillez. Y, entonces, empezó a morir por él mismo y a envejecer rápidamente. Pero el amor duele, el amor lacera, el amor renace. Siempre. Contra viento y marea, ignorando los años, indiferente al tiempo que pasa, arrasando todo a su paso. Y Leonard Cohen siguió en el escenario de la vida, amando y cantando. Nunca dejó de enamorarse... pero no podía seguir viviendo así." ROGELIO LLANOS


"Leonard Cohen, tu expresión musical y poética; tu voz viento y tu mirada joven y trazada; tu silencio respetado y tus pasos quietos y tu corazón piano-bar. Hoy bailan la sinfonía más azul y más húmeda. Viejo amigo mío, hoy se escribe con sentir humano y baile judío, con el saber y el sentir de un árbol caído y no reverdecido. Mientras tanto, sostén tu cabeza sobre la extensión del campo y la mar. Me libo tu existencia y me cargo tu ausencia mientras dure la tinta color lágrima." HALLIE CÁCERES

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